La novela picaresca es un género literario polifacético que ha merecido mucho interés por parte de los estudiosos de la literatura española de los Siglos de Oro. La novela picaresca española rompió con la tradición previa del idealismo con dos novedades más fundamentales: el realismo y la narración en primera persona. Con la publicación de la vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades en 1554 se había iniciado el género picaresco. Sin embargo, la novela picaresca conlleva en sí los gérmenes de su desintegración por sus estrictos límites estructurales e incluso Lazarillo de Tormes no se influye en el género picaresco según los críticos. De este modo, resulta bastante difícil definir el género y las obras que se incluyen en el género picaresco y creo que esta dificultad se debe al realismo del género. A la hora de definir las novelas picarescas, los críticos sólo consideran el realismo y la narración en primera persona. Sin embargo, si consideramos algunas obras como la Segunda Parte del Lazarillo de Tormes(1555) y Los Sueños de Quevedo(1605-1621), que son obras picarescas que tiene muchos elementos fantásticos con el uso de los sueños, podemos encontrar otra tradición literaria, que es la tradición de la sátira menipea. En estas obras, los sueños se desempeñan como un recurso estético narrativo para reflejar las ideas de su época y satirizar la sociedad de su tiempo. Con el uso del sueño, diablo, infierno y los tipos en vez de los personajes, estas obras se basan en la raíz narrativa, retórica y carnavalesca de la sátira menipea, que también es otra fuente literaria del género picaresco. El realismo grotesco y la inversión de papeles sociales son presentados en estas obras como el modelo fundador del mundo al revés, enriqueciendo aún más la tradición realista del género picaresco.